
Agua
Esos ojos de laurel, los míos
se mueren por llover
-como el agua, mojados-
mirándote hasta cuidarte
gimiendo hermosura
que nunca cicatriza.
Con las medias disparadas
-los muslos pegados-
con la voracidad de Venus
vengo caminando
y te adivino delicado.
Esos ojos de arcilla, los tuyos
ligeros de lluvia
con pasos de diluvio intentan cuidarme
pero el agua cuesta abajo
cansada de llover y llover
-dos o tres veces al día-
cae
tropieza
-con la vejez en los párpados-
como una niña con frío
que llora
y llora
sin nada que nadar.
Se ha vuelto arruga la frente
el mundo llovía
lo que más llovía es un sol alado y fino
-silbándome el tobillo-
y respiran cálidos los días
porque sigue lloviendo igual.